Gloriosa mujer paraguaya

Día mujer paraguaya. Gloriosa Mujer Paraguaya

    Corría el año 1864 y Paraguay, nuestro amado país, el corazón de América del Sur, vivía su máximo esplendor. La prosperidad económica nos colocaba en una posición envidiable. Éramos la encarnación de una visión país ideal, pujante, autosuficiente, dependiente únicamente de nuestros propios recursos y sin deudas externas. No obstante, esta autonomía comenzó a incomodar a intereses foráneos cuyas agendas se veían amenazadas por el sólido modelo económico de Paraguay. Las élites de Brasil, Uruguay y Argentina, incitadas por sus aliados británicos, comenzaron a señalar al país como un peligro para la “estabilidad” latinoamericana.

    Así se gestó una vil y tenebrosa alianza que sentenció el destino de una nación entera y de un pueblo pacífico amante de la paz, sumiéndola en una de las guerras más crueles, sangrientas e injustas registradas en la historia latinoamericana. Este oscuro episodio que fue un auténtico genocidio urdido por míseros intereses, tenía como cláusula implícita el aniquilamiento del Mariscal Francisco Solano López. El conflicto se perpetuaría hasta la muerte del Mariscal, marcando el fin de la contienda, incluso a expensas que esto significara la destrucción total del pueblo paraguayo.

    Hacia 1867, tras más de dos años de cruentas batallas, el país yacía devastado por la invasión del ejercito aliado. Las familias paraguayas estaban desgarradas y la brutalidad parecía no tener un fin cercano. Sin embargo, lo que sí alcanzaba su límite eran los recursos financieros para resistir tamaña barbarie, sumado a la abrumadora disparidad numérica y logística que colocaba a nuestro país en una evidente posición de desventaja frente a los invasores.

    Fue entonces cuando surgió una conmovedora iniciativa para respaldar y apoyar la causa nacional. El 24 de febrero de 1867, alrededor de mil mujeres se congregaron en la que sería recordado como la primera asamblea femenina de Sudamérica, con un propósito firme y decidido: formar comisiones regionales de damas encargadas de recolectar donaciones de joyas y objetos de valor de mujeres en todo el país, valiosos aportes que se destinarían a fortalecer los elementos bélicos y a mantener la resistencia en defensa de la patria.

    Mes tras mes, las mujeres recolectaron todo cuanto pudieron, ofreciéndolo generosamente en aras de la causa nacional. Fue un acto inefable de desprendimiento, valor, dignidad y, sin duda, de sufrimiento. ¡Qué mujeres tan extraordinarias! Este gesto de abnegación, ya fuera impulsado por convicción o por la presión de las circunstancias, se ha convertido en uno de los mayores símbolos del patriotismo y de la capacidad organizativa de las mujeres para alcanzar metas monumentales.

    Estas mujeres inmortalizaron sus nombres para la posteridad en el llamado Libro de Oro, una obra que meticulosamente catalogaba y detallaba cada donación, proporcionando información sobre las comisiones formadas, las damas donantes y sus lugares de residencia. Aunque el destino de este tesoro ha sido objeto de especulación, se presume, ante la falta de mayor información, que las joyas, al estar el país bloqueado por la guerra, difícilmente pudieron utilizarse para adquirir armas y municiones, por lo que se cree fueron resguardadas en la capital, Asunción.

    Desafortunadamente, esta precaución no resultó suficiente, ya que la ciudad fue ocupada y saqueada por los aliados en 1869. Incluso los marcos de las puertas fueron arrancados de cuajo, lo que hace suponer que estas joyas terminaron como botín de guerra, al igual que El Libro de Oro, que también sufrió el mismo destino, siendo usurpado por el ejército brasileño. No fue sino hasta el 4 de diciembre de 1975, más de un siglo después, y gracias a una comisión de mujeres paraguayas, que se logró recuperar este valioso patrimonio y memoria.

    Más allá del valor material de aquellos tesoros recolectados, destaca la resistencia y la capacidad transformadora de estas mujeres, las célebres Residentas, para enfrentar la adversidad en los momentos más desafiantes, sin duda, el gesto más altruista. No sólo se organizaron para recolectar y proporcionar alimentos a los soldados y sus familias, o desempeñaron roles como enfermeras y brindaron apoyo a los combatientes en los campos de batalla, también participaron activamente en la defensa del país, además de haber entregado sus tesoros más preciados para respaldar una causa que sabían perdida. Todo esto despertó en ellas una fuerza resiliente que sería esencial en la reconstrucción de la patria en la posguerra. Sus nombres y su sacrificio son un tributo eterno al compromiso, al coraje, a la solidaridad y a la determinación femenina, contribuyendo así a la preservación de la identidad y la historia de nuestra nación.

¡Feliz día, mujer paraguaya!


Leer también: "Kuña guapa" | "El cañón"  

Comentarios

Otras publicaciones

Un destino marcado

Los sueños del Navegante

El silencio del viento

Sola

El camino del Cuarto Mago

"¿Qué lo que tanto?"