Financieritos

Financieritos

    Como padres, nos enfrentamos constantemente a la incansable vorágine de deseos que nuestros hijos adquieren al ver contenidos en internet, anuncios en televisión, escaparates de tiendas o centros comerciales, o a través del “boca boca”. Intereses que se disparan automáticamente, transformándose en un inmediato y persistente "cómprame, cómprame, por favor, sólo esta vez". Esta presión se intensifica exponencialmente en épocas festivas como cumpleaños, Día del Niño, Navidad o Reyes. Y por supuesto, en la mayoría de los casos ante la avalancha de pedidos superfluos, nuestras respuestas suelen ser ambiguas para esquivar el incómodo espectáculo público de berrinches que nos haga quedar como insensibles, o para resistir la manipulación clásica de los ojos llorosos por parte de los niños.

    Los niños aún no comprenden que cada objeto tiene un costo; para ellos, el dinero parece fabricarse cuando se necesita, o se obtiene del cajero automático que distribuye billetes ilimitados, o incluso piensan que crece en las plantas. Así, ante sus peticiones, lo primero que pensamos es que se trata de un gasto superfluo, innecesario, no prioritario, o como prefiramos llamarlo. El punto es que explicar esto a un niño no es tan sencillo, pues implica frustrar un deseo. Por ello, desde edades tempranas, es importante enseñarles que no es posible tenerlo todo. Deben aprender a diferenciar entre necesidades y deseos, entendiendo que muchas cosas que quieren no son imprescindibles.

    Aquí es donde entra en juego un concepto de alta importancia desde los primeros años, que no es otro que la educación financiera. Durante esta etapa, los niños comienzan a formar los pensamientos que, en gran medida, guiarán su relacionamiento con el dinero y el entorno en general. Por tal motivo, inculcar hábitos financieros es esencial desde el momento en que el niño comprende que cada una de sus acciones tiene una consecuencia ineludible y que el bienestar económico generalmente no es fruto del azar, no surge por casualidad, sino como resultado de decisiones adecuadas.

    En los últimos años, este concepto ha sido incorporado incluso en los programas escolares. Enseñar a los pequeños a manejar el dinero de manera inteligente fomentará hábitos de consumo responsable, lo que, a largo plazo, favorecerá sus finanzas y les proporcionará una mayor seguridad económica.

    A medida que crecen, los niños comienzan a comprender que el esfuerzo del trabajo genera los recursos imprescindibles para satisfacer necesidades y, de vez en cuando, los deseos que uno pueda tener. Sin embargo, esta comprensión no es suficiente; es preciso ahondar más y enseñarles nociones significativas como el ahorro, el gasto, la inversión, el crédito, la deuda, y los impuestos. Obviamente, estas nociones no deben ser presentados en su dimensión técnica propiamente dicha, sino de manera simple y lúdica, utilizando ejemplos sencillos que les permitan entender el manejo de los recursos financieros.

    Para este propósito, existen juegos didácticos que permiten introducir paulatinamente estos temas, y posteriormente, se puede ir tratándolos de manera práctica, por ejemplo, asignando tareas remuneradas a los niños y orientarles para que administren ese dinero, cubriendo ciertas necesidades en un período determinado. Otro modo efectivo es alentar pequeños emprendimientos, lo que les permite comprender el valor del trabajo, a esforzarse por alcanzar sus metas y planificar cómo hacer rentable su negocio. Una visión de conocimiento y aplicación de herramientas que les otorgará mayor autonomía y les ayudará a superar los retos que enfrenten a lo largo de sus vidas.

    Es importante que los hijos no sigan necesariamente los pasos financieros de sus padres, especialmente si estos no son los más acertados. Para evitar esto, debemos ser conscientes de nuestros propios comportamientos y estar dispuestos a mejorar si es necesario. Invertir en la educación financiera de los niños, con una mentalidad de aprendizaje y adaptabilidad, para formar adultos responsables y conscientes de sus decisiones económicas, es garantizar un futuro más sólido y próspero.

Desde el conocimiento de causa.

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