'Zaratustra'

Zaratustra

    Las ideas a menudo se presentan de manera poética y aforística. En "Así hablaba Zaratustra", Friedrich Nietzsche halla la inspiración en la figura histórica del profeta persa Zoroastro, también conocido como Zaratustra, así como en otras variantes de su nombre, usándolo como base para crear su personaje ficticio. Como una referencia recurrente a la Biblia y al cristianismo, Nietzsche nos presenta a su Zaratustra como un profeta y pensador, diferente al original claro, que, tras años viviendo en soledad como un ermitaño en las montañas, alejado de todo contacto humano para enriquecer su espíritu, una vez que siente que ha llegado el momento, desciende con el firme propósito de compartir con la humanidad sus ideas filosóficas y morales, las cuales ha obtenido de la sabiduría de la naturaleza.

    Nietzsche anuncia la llegada del superhombre, una figura que sobrepasa los limitantes morales y sociales impuestos por las costumbres, las religiones y otros dogmas. Este concepto es uno de los más destacados se su obra, donde argumenta que la voluntad de poder es el impulso vital detrás de todas las acciones humanas, lo que implica a su vez un deseo de afirmación y dominio sobre el mundo y sobre uno mismo. Probablemente sea esta obra la que mejor ejemplifique la esencia de su filosofía. Una de las nociones más conocidas es cuando Zaratustra proclama la muerte de Dios. Sin la guía de una divinidad que nos oriente, por la necesidad inherente, los seres humanos debemos asumir la responsabilidad de trascender nuestras propias limitaciones y crear nuestros propios valores, para ello Nietzsche describe tres etapas sustanciales en el camino hacia la plenitud.

    En la primera etapa, el individuo carga con las obligaciones morales como un camello para luego, en la segunda, revelarse contra éstas como un león y finalmente, en la tercera etapa, encontrar la inocencia y la creatividad del niño, ya saben, “de los tales es el reino de los cielos”, ¿les suena? Zaratustra cuestiona y critica a aquellos que siguen ciegamente normas sociales y morales establecidas, alegando que son construcciones humanas que han sido impuestas por la sociedad para controlar el comportamiento, y animando a la multitud a liberarse de estas cadenas y descubrir su verdadero potencial a través de su propia voluntad de poder, instándoles a adoptar una vida de creatividad, autoafirmación y auténtica existencia. ¡Disfruten plenamente de la vida, valoren su existencia terrenal, dancen y canten, malditos! Muestren su alegría y vitalidad de una manera más libre y poderosa.

    Nietzsche, mediante su personaje, nos introduce la percepción de que todo en la vida, cada momento y evento, se repetirá eternamente en un ciclo infinito; el eterno retorno. La mera aceptación de esta idea desafía nuestra conciencia y nos reta a vivir de tal modo que estemos dispuestos a experimentar cada momento una y otra vez, para siempre. Obligándonos a buscar constantemente la autosuperación, a traspasar nuestros límites y desafiar las normas sociales y morales. Zaratustra nos insta a trascender a un plano superior y alcanzar nuestro máximo potencial, lo que significa aceptar todas las partes de la vida, tanto las buenas como las malas, como pedazos imprescindibles de un todo, en un amor puro hacia nuestro destino.

    Zaratustra enseña que aceptar el eterno retorno puede conducir a la redención, y el conocimiento de que todo en la vida se repetirá incontablemente puede dar significado y propósito a cada instante. Aunque existen algunas similitudes entre Zaratustra y Jesucristo, como su papel de líderes carismáticos y visionarios, las diferencias entre ellos son enormes… ¿o no tanto? Sí, sé que quizá puede parecer difícil o incluso insultante para algunos establecer un paralelismo entre estos dos seres. Salvando las distancias, Jesús es el centro de vida cristiana, asociado con la divinidad, el perdón y la salvación, es adorado como el Hijo de Dios por millones de personas en todo el mundo. En la Biblia, la Verdad se revela por Dios a través de la palabra escrita y los profetas, el ser humano está destinado a una relación armoniosa con su Creador, cumpliendo su voluntad y alcanzando la salvación eterna. Mientras que, por el otro lado, Nietzsche lo concibió como una creación propia, diseñado a imagen y semejanza suya. Utilizó esta figura para expresar sus críticas sociales e ideas filosóficas, reflexionando sobre la moralidad, la voluntad de poder y el concepto de superhombre. En su escrito, proclama la muerte de Dios y busca la verdad a través de la autoexploración y la reflexión personal, desafiando las verdades establecidas por la tradición religiosa. Sin embargo, al conectar los puntos, encontramos algunas reverberaciones interesantes en términos espirituales y en sus retóricas provocativas.

    En ningún caso pretendo ponerlo al nivel de Jesucristo; solamente es una reflexión, no obstante, es cierto que se pueden trazar algunos paralelismos entre las enseñanzas y el impacto de Zaratustra y Jesucristo en la historia y la cultura occidental. Ambos ofrecen una visión del destino humano y su potencial para convertirse en lo que está destinado a ser, lo que ha ejercido una influencia muy profunda en el pensamiento y en la formación de sistemas de creencias. Los dos proponen una impresión alternativa de la moralidad y la espiritualidad, en contraposición a las normas instituidas por la sociedad de sus épocas. Jesús también confrontó los preceptos morales y religiosos de su tiempo, enfrentándose a los líderes religiosos y defendiendo a los marginados y oprimidos.

    Aunque con enfoques diferentes, ambos encaran los principios sociales y dogmáticos y proponen una contemplación radicalmente disruptiva de la realidad y del papel del individuo en ella. Zaratustra, con su llamado a la autosuperación y la voluntad de poder promueve la imagen del superhombre, Jesús, con su mensaje de amor y perdón y sus enseñanzas sobre el Reino de Dios y la vida abundante, la plenitud, también podría interpretarse como promoviendo una visión de la autosuperación y afirmación de la vida. Nietzsche proclama la “muerte de Dios” como una metáfora de la secularización y la pérdida de la fe en la sociedad moderna. En las últimas palabras de Jesús en la cruz, según los Evangelios (Mateo 27:46), exclamó "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Estas palabras se podrían interpretar como un reconocimiento del desamparo divino, lo que podría relacionarse con el pensamiento de la muerte de Dios de Nietzsche.

    Por supuesto que tengo en cuenta que Nietzsche escribió su obra unos cuantos siglos después de la vida de Jesús, pero se me hace interesante imaginar, aunque suene estúpido, en cómo las ideas de Nietzsche podrían haber influido en la vida y enseñanzas de Jesús, o en las interpretaciones posteriores de su mensaje. Imaginen por un momento a Jesús, enfrentándose a los líderes religiosos de su tiempo con la mentalidad crítica de Nietzsche. Ambos desafiantes, mas ¿Cómo habría cambiado el discurso de Jesús si hubiera utilizado el concepto del “superhombre” en su retórica? ¿Habría pedido a sus seguidores superar sus limitaciones humanas y crear sus propios valores en lugar de seguir ciegamente las leyes divinas? ¿Habría predicado de la voluntad de poder en lugar del amor al prójimo? Es sólo una especulación, aunque me resulta atrayente imaginarlo, y pensar en esta remota posibilidad me abre todo un espectro de preguntas intrigantes sobre cómo habrían interactuado dos filosofías tan distintas.

    La verdad, el bien y el mal son conceptos relativos y cambiantes, conformados por nuestras experiencias, creencias y aspiraciones más profundas. Exploramos las complejidades de nuestra humanidad en una búsqueda perpetua de sentido en un mundo lleno de incertidumbres y posibilidades. Es un viaje espiritual de constante cuestionamiento de lo que creemos saber, en evolución hacia una comprensión más crítica de nosotros mismos y de lo que estamos destinados a ser en este inhóspito universo.

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