"Ella lo ha hecho todo"

Ella lo ha hecho todo

    ¡Viva, María Auxiliadora! Es el grito universal que resuena con fervor, alcanzando un mayor júbilo y efusividad cada 24 de mayo, día en que se celebra la fiesta dedicada a esta venerada advocación mariana. La Virgen María, auxilio de los cristianos, acoge con amor a sus devotos, quienes expresan y sellan su entrañable amor hacia la Madre de Dios con profundas demostraciones de fe sincera.

    Esta devoción a María Auxiliadora tiene un impacto trascendente en nuestras vidas, influyendo en nuestra fe, nuestra relación con Dios y nuestro camino espiritual; esta devoción llena de gratitud los corazones de todos, agradeciendo los dones recibidos y celebrando la poderosa intercesión de María ante Nuestro Señor. Año tras año, esta veneración no sólo se mantiene, sino que se nutre y crece en intensidad con el paso del tiempo y la constancia de la fe de sus seguidores, inspirándonos a seguir su ejemplo de humildad, entrega y servicio.

    Quienes hemos crecido en ambientes salesianos sentimos muy cercano ese amor maternal de la Santísima Virgen, quien, a lo largo de la historia, ha acompañado muy de cerca a sus hijos, protegiéndolos y guiándolos. Las historias y leyendas sobre su intervención en cruentas batallas son numerosas y emblemáticas. Victorias atribuidas a su poderosa intercesión, como la Batalla de Lepanto en 1571, una de los mayores enfrentamientos navales de todos los tiempos, donde, en medio del conflicto, los soldados cristianos rezaron el Rosario, invocándola, se dice que su mano divina fue crucial para la victoria cristiana, una victoria que salvó a Europa del avance otomano. o cuando, en el siglo XVII, durante la Guerra de los Treinta Años, los católicos del sur de Alemania, a través de fervorosas oraciones y procesiones, invocaron a la Virgen, quien, según la tradición, les concedió la victoria y la paz, librándose así de la invasión protestante. Estos relatos refuerzan la percepción de la influencia y el poder de María Auxiliadora en la protección y defensa en momentos de adversidad y conflicto.

    ¿Pero no es cada batalla una manifestación externa de nuestras luchas internas? ¿Acaso no libramos todos nuestras propias batallas, día a día, en nuestras realidades cotidianas? Hoy en día, nuestros conflictos pueden no ser en campos de guerra, pero pueden ser tan intensos y significativos, igualmente retadores. Enfrentamos crisis de fe, problemas familiares, enfermedades y luchas internas que nos van consumiendo.

    La devoción a la Virgen María Auxiliadora tiene profundas raíces históricas, remontándose a muchos siglos atrás, sin embargo, fue San Juan Bosco quien, en el siglo XIX, elevó esta advocación mariana a la prominencia, en respuesta a las crecientes dificultades que enfrentaban los cristianos en su época, es por ello que también es conocida como la Virgen de Don Bosco, en honor al fundador de la congregación salesiana, cuya vida estuvo marcada por la presencia constante de María Auxiliadora, como una madre cariñosa que guía los pasos de su hijo.

    La conexión entre Juan Bosco y María Auxiliadora viene de su infancia, cuando a la temprana edad de 9 años, tuvo un sueño revelador en el que la Virgen le anunciaba su futura vocación sacerdotal. Este encuentro signó el destino de Bosco de manera irrevocable. Más tarde, en otro sueño, la Virgen le reveló su deseo de ser honrada con el título de Auxiliadora y le indicó el lugar exacto en Turín donde debía construir un templo en su honor.

    La historia cuenta que Don Bosco, con escasos recursos, inició la construcción del templo con apenas tres monedas de veinte centavos. Mas, la intervención milagrosa de la Virgen no se hizo esperar. Los milagros comenzaron a suceder de manera tan abundante que los fieles, en agradecimiento, contribuyeron generosamente a la obra. Así, la basílica estuvo culminada en tan solo cuatro años.

    Por la magnitud de estos eventos, Don Bosco repetía con entusiasmo: "Confíen siempre en María Auxiliadora, y verán lo que son los milagros". Para él, la Virgen era la verdadera artífice de todo lo logrado, “Ella lo ha hecho todo”, proclamaba con fervor. Fue así como la devoción a la Auxiliadora de los cristianos se fue expandiendo y arraigando en el corazón de todos los fieles.

¡Viva, María Auxiliadora! ¡Viva!

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