Identidad y pasión paraguaya


    Invocación a la bandera de Emiliano R. Fernández


«Bandera inmaculada,
emblema de la patria,
encarnación purísima de nuestras glorias.
A tu sombra acudimos,
a recibir la sagrada inspiración del patriotismo.
Al contemplarte,
nuestras almas llenas de entusiasmo,
te veneran y aclaman en este día.
Que tú seas por siempre,
la madre altiva de nuestras instituciones.»

    En la vasta gama de colores y matices que forjan el alma de nuestro pueblo, la bandera paraguaya se alza con vigor como símbolo insuperable y, testigo silencioso cargado de significado que da forma y sentido a la narrativa del país. Tejida con los hilos de una rica historia y el compromiso patrio, nuestro emblema tricolor trasciende su mera naturaleza simbólica, es el reflejo vibrante de valentía, resiliencia y pasión de toda una nación.

    Su presencia la convierte en un símbolo de conexión y pertenencia. Más allá de su imagen, la bandera hace un llamado a la memoria colectiva y al compromiso por mantener vivo el legado de los que nos precedieron, declarando con dignidad que la identidad paraguaya es inquebrantable y que su gente está dispuesta a enfrentar desafíos con valentía y determinación. Sus colores no sólo reflejan historia, también avivan con fulgor el fuego de la pasión y el amor por la patria, uniendo a generaciones a través del tiempo e inspirándolas para seguir evolucionando, arraigados en sus valores y principios esenciales.

    Los tonos rojo, blanco y azul que la engalanan llevan consigo la trama de luchas y victorias. Desde su albor, hasta los momentos actuales, la bandera ha sido testigo silencioso y elocuente de los altibajos de la patria. Ha ondeado con orgullo en los momentos de independencia y valentía, y se ha alzado con humildad en épocas de reconstrucción y unidad.

    Aunque honrarla no sólo implica rendir tributo a aquellos que forjaron nuestra independencia, implica también aceptar la invitación de ser auténticos patriotas. No simplemente patriotas de bandera, sino individuos que encarnan la integridad y el respeto en sus acciones cotidianas. Amar a la patria va más allá de los símbolos; es un llamado a ser ciudadanos íntegros, dignos herederos de una nación fuerte y prometedora.

    ¡Feliz día, bandera amada, 
con orgullo te saludamos y aclamamos en tu honor! 
¡Que siempre flamees con gloria y esplendor!

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