El alma de Paraguay


    Enclavado en el centro de Sudamérica, se encuentra un misterioso rincón del mundo, una tierra que como describió el ilustre Augusto Roa Bastos, es “una isla rodeada de tierra, de infortunios, de tiempo detenido…”, ahí, en el mismo corazón latente, se yergue orgulloso el pequeño; empero glorioso Paraguay, que esconde un secreto ancestral entre su exuberante y codiciosa geografía. Este tesoro, que yace enraizado en sus gentes y en la historia misma de la propia nación, trasciende las palabras y cobra vida en una conexión indestructible entre el pueblo paraguayo y su pasado, el hasta ahora lingüísticamente inquebrantable, idioma guaraní.

    El guaraní emerge como el testimonio viviente de la riqueza cultural de Paraguay. Sus raíces se sumergen profundamente en los albores de la historia americana, en tiempos precoloniales. A pesar de la casi imposición de la lengua castellana, el guaraní nunca se rindió. En una resistencia silenciosa, pero tenaz, persistió en los susurros de las comunidades indígenas y no indígenas, trascendiendo de generación en generación.

    Esta historia de resiliencia también está marcada por sombras. Durante largo tiempo, fue una lengua discriminada, y sus hablantes sufrieron acoso y agresiones. Muchas familias prohibían a sus miembros hablar en guaraní, se menospreciaba la lengua, estratificando a quienes la hablaban como pertenecientes a un estatus social inferior.

    Sin embargo, los tiempos cambian, y la lengua se mantiene viva y, más aún, ha prosperado, floreciendo con una vitalidad renovada. En la actualidad, el guaraní es idioma oficial junto con el español, lo que subraya su relevancia en la vida cotidiana de los paraguayos. Se escucha en las calles, en los hogares y en las aulas. Su presencia se extiende a la toponimia, los refranes populares y la música que llena el aire de encanto y embriaga los sentidos. Es mucho más que una herramienta de comunicación; es un hilo conductor, una filosofía de vida, un vínculo con la tierra misma.

    El guaraní se alza como un símbolo indomable de la identidad paraguaya, habiendo resistido siglos de desafíos y cambios, manteniéndose firme ante la presión de otras lenguas dominantes, lo que refleja el patrimonio cultural de todo un país y su habilidad para absorber y enriquecerse con diversas influencias. Este idioma es un recordatorio perenne de que la verdadera riqueza de una nación no reside únicamente en su economía o en sus recursos, sino en su cultura y en su gente.

    Hoy, 25 de agosto, celebramos su día, el Día del Idioma Guaraní, una fecha de gran importancia para su preservación. La transmisión de la lengua es crucial desde el nacimiento, debemos inculcar el guaraní con amor y responsabilidad, en respeto y honor a nuestros antepasados. Un país sin historia ni cultura es un país sin vida, inerte, sin alma. Rescatar el legado de un idioma tan rico y codiciado por otras naciones es un acto de amor y devoción a nuestras raíces.

    El desafío que enfrentamos como paraguayos y paraguayas en un mundo donde las identidades se difuminan es monumental. Preservar nuestra identidad cultural comienza por conocer nuestra historia en todos sus matices y, a través de este conocimiento, aprender a amar y valorar nuestro guaraní para siempre.

    Rohayhu Paraguay

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