Despertares

Despertares

    ¿Recuerdan la última vez que nos dejamos maravillar por la pureza de la luz de un cielo azul, o cuando en la noche contemplábamos embelesados un firmamento rebosante de estrellas resplandecientes, sin preocupación alguna? ¿O aquella ocasión en que nos sentamos a escuchar el roce susurrante de las hojas de los árboles mecidas por el viento? El viento, llevando consigo el aroma de las flores y los pinos en el bosque, ¿acaso no lo percibiste acariciando tu cuerpo? como acaricia la lluvia en un día de primavera o el cántico del agua corriendo por los ríos, ¿lo escuchaste? ¿O la última vez que sentiste bajo tus pies descalzos el fresco de la hierba húmeda? ¿O cómo la arena acariciaba delicadamente los dedos de los pies en la playa?

    La naturaleza, en su grandeza, nos habla todo el tiempo; en su lenguaje, nos cuenta cosas profundas, nos revela secretos. Cuánta percepción, entre lo que creemos válido, hemos perdido con el tiempo, dejando escapar esos momentos en vano, momentos de conexión y plenitud. Aun así, si prestamos atención y sabemos escuchar, la naturaleza nos da la oportunidad de reconectarnos con nuestra esencia y encontrar respuesta para todo.

    La naturaleza, el flujo constante de la vida y el tiempo, así como la conexión universal entre todos los seres. Al pasar tiempo en su presencia, aprendemos lecciones abismales sobre la existencia y la importancia de vivir el momento. La naturaleza es una maestra silenciosa, cuyas enseñanzas encontramos en la flora y la fauna, así como en los elementos como el agua, la tierra, el fuego, el viento. Desde lo etéreo a lo subatómico y galáctico, nos muestra el carácter natural en toda su dimensión, guiándonos hacia la comprensión de la unidad y la armonía de todas las cosas.

    Aprovechar un día hermoso para la contemplación y reflexión es una forma perfecta de nutrir el alma, sin importar las condiciones climáticas. Aunque entre semana pueda parecer difícil debido a nuestras obligaciones, siempre podemos encontrar un ratito, inclusive mientras realizamos nuestros quehaceres. Reflexionar sobre la plenitud, en particular, es beneficioso para nuestro bienestar mental y emocional. Pueda parecer tedioso y tener diferentes significados para cada persona, empero en su esencia implica sentirse completo, satisfecho y en armonía consigo mismo y con el mundo que nos rodea, con todo lo bueno y lo malo de éste. La percepción desempeña un papel crucial en nuestra capacidad para experimentarla; tal vez se trate simplemente de estar presentes en esta realidad y encontrar un punto de equilibrio, puede parecer una meta utópica en un mundo marcado por tantas desavenencias, mas ahí está el sino que implica equilibrio, paz y coherencia en todas las áreas de la existencia.

    Vivir en el presente y liberarse de las toxicidades mentales son prácticas necesarias para nuestra vida diaria. Mantenernos en el presente permite disfrutar plenamente de cada momento sin preocuparnos por el pasado o el futuro. Dejar de lado las toxicidades mentales nos libera de cargas innecesarias y nos permite enfocarnos en lo que realmente importa. De hecho, la mayoría de nuestras preocupaciones carecen de sentido y llegan a anularnos. La práctica del perdón, tanto hacia los demás como hacia uno mismo, perdonar y perdonarse, es fundamental. Perdonar libera el corazón de resentimientos y rencores que pesan en la mente y en el espíritu, asimismo, perdonarse a uno mismo es esencial, ya que todos somos humanos y cometemos errores, aquí es cierto que, debemos considerar otros aspectos, aun cuando no estén demás. Dejar ir lo que ya no sirve y lo que nos pesa nos permite avanzar con ligereza y abrir espacio para nuevas experiencias y crecimiento personal, lo cual contribuye a encontrar la armonía en nuestras vidas. Aunque suene paradójico, a veces es necesario pasar por un 'infierno' espiritual para que eso suceda.

    A casi nadie le agrada experimentar dolor y sufrimiento, y más cuando se prolonga en el tiempo, pareciendo interminable. Sin embargo, es importante reconocer que atravesar estos momentos difíciles con una mente abierta puede conducirnos a un profundo crecimiento personal. A pesar de ser desafiantes y dolorosos, estos períodos nos ofrecen la oportunidad de aprender lecciones significativas, desarrollar resiliencia y obtener una comprensión más profunda de nosotros y de lo que nos rodea. Con frecuencia, son en los momentos de mayor oscuridad donde encontramos claridad y la fuerza necesaria para seguir adelante.

    La luz nace de la oscuridad; del vacío en lo más profundo de nuestro ser emerge la luz. El vacío y la oscuridad son lugares de profunda introspección y transformación. Esa luz que se manifiesta y brota desde el abismo del yo, de manera sutil refleja la capacidad humana de hallar esperanza y renacimiento incluso en los momentos más duros. No es una o dos experiencias sueltas, sino el conjunto, la sumatoria de todas ellas lo que nos va llevando gradualmente a un clímax, un punto de inflexión en nuestro viaje personal. Sólo cuando miramos hacia atrás, de forma impersonal, objetiva, podemos apreciar plenamente cómo cada experiencia, por difícil que haya sido en su momento, ha contribuido a nuestro crecimiento y desarrollo.

    La semana pasada, durante una reunión de padres, estábamos reflexionando sobre cómo la rutina y las expectativas sociales, la cotidianidad en la que estamos inmersos, nos anula y embrutecen, por un lado, mientras que, por otro lado, nos generan un "miedo" inusual hacia la libertad. No me refiero tanto a una libertad en términos de un estado o sistema opresor, aunque me sirve como metáfora; más bien, me refiero al sentido más mental y espiritual; somos nuestra propia cárcel, atrapados en estas ataduras que nos impiden vivir en plenitud.

    El principal obstáculo para alcanzarla somos nosotros mismos con nuestras propias creencias limitantes y miedos arraigados. Limitaciones que restringen nuestra capacidad de experimentar nuestro máximo potencial y alcanzar la verdadera libertad. Sin embargo, la reflexión y la introspección nos permiten profundizar en nuestro autoconocimiento y comprender mejor nuestras emociones, pensamientos y acciones. Liberarnos de estas limitaciones autoimpuestas es un viaje desafiante pero también increíblemente gratificante y transformador.

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