Mito o realidad del soñador

Estatua de Pitágoras

    La crónica se narra como tantas otras, con el rasgo de aquellos que le antecedieron y los que, en mayor número le siguieron. Entre el pretexto del mito, las anécdotas y la realidad, madura la vida de este soñador. Un niño, originario de una isla de nómadas, aunque bien podría haber surgido en algún otro confín de ese mundo, detalle que a estas alturas a quien le importa, mas según la repercusión de los relatos, era una pintoresca zona del mar Mediterráneo. Su infancia, al menos eso quiero suponer, transcurre como la de cualquier otro infante de su época. No obstante, como ya decía antes, su vida adquiere un matiz excepcional desde una temprana edad, desvelando destrezas notables que insinúan un destino fuera de lo ordinario.

    Este prodigio, desde su más tierna edad, exhibe una asombrosa facilidad para asimilar y comprender conceptos matemáticos. Su formación se plasma como un completo mapa educativo, que lo guía a través de los viajes impulsados por su padre, un diestro mercader con la mirada puesta en la navegación de mercados lejanos. Estas travesías lo conducen a innumerables tierras entre las que destacan al principio, Egipto y, posiblemente, la enigmática “tierra entre ríos”. En este peregrinaje, el infante inquisitivo se sumerge en tradiciones diversas y hasta entonces desconocidas, absorbiendo conocimientos de escuelas antiguas y lugares sagrados, recibiendo la instrucción de hombres ilustrados, sacerdotes y filósofos cuyas influencias en su formación resultan incalculables. Entre estos intercambios, el niño no sólo se nutre de teorías abstractas; aprende a tocar instrumentos, escribe poesía y recita las epopeyas de Homero con maestría, dotando su educación de una riqueza cultural que va más allá de las palabrerías.


    La existencia de este visionario, en la frontera entre lo tangible y lo mítico, se desenvuelve en experiencias marcadas por encuentros y situaciones reveladoras que le infunden lecciones trascendentales sobre la vida, la persecución de sueños y la conexión intrínseca con el universo. En su periplo, decodifica el lenguaje universal que gobierna el cosmos, donde la intensidad de un deseo provoca la conspiración del universo para su realización. En el proceso, desentraña las complejas relaciones matemáticas en las cuerdas de un instrumento, y de tú se tratan, formulando axiomas que, aunque causaron dolores de cabeza a más de uno en la escuela, perviven en nuestro pensamiento. El ego de este ser singular, según se rumoreaba, jugó un rol vital en su crecimiento. Entre las historias que circulan, se dice que se proclamaba como el vástago de un dios, aquel que le concedió un don peculiar. Sostenía que la vida que experimentaba en ese momento no constituía su primera existencia en este mundo y que estaba entregado con profunda emoción, a la resurrección de memorias, reviviendo recuerdos de todo que le sucedía estando vivo o más allá, después de muerto. ¿Será cierto?

    Las leyendas que rodean su historia subrayan la conexión mística con la "música de las esferas", una habilidad que, con sólo escuchar la cadencia armoniosa, era capaz de derivar teorías matemáticas y musicales increíbles, afirmándose muchos siglos antes de teorías aclamadas en la actualidad. Interpretó el universo matemáticamente, declaraba categóricamente que las relaciones numéricas fundamentales que urden los intervalos de la escala musical revelaban la armonía universal. Sostenía que estas relaciones están regidas por las mismas relaciones de la Tierra al Sol, la Luna y los planetas, donde la energía y la vibración son las gobernantes, como las cuerdas de un instrumento resonando en perfecta sintónica. Su teoría de números pares eran impíos, en tanto que los impares eran números divinos, creencia que se extrapolo a la magia, a la cábala y al misticismo.

    Poseyendo un conocimiento excepcional, decide fundar en Italia una escuela crítica y desafiante a las normas establecidas. Esta sociedad religiosa, abierta para ambos sexos, es inicialmente tildada de sectaria, a pesar de su intelecto. Según la institución adquiere renombre, se reconoce la importancia de la prudencia en la gestión del conocimiento durante ese período, en tanto algunos valoran las enseñanzas impartidas, otros amenazan con medidas extremas, generando tensiones internas, disputas y divergencias de opiniones. Externamente, enfrenta hostilidades de otras comunidades y se ve influenciada por factores políticos, evidenciando un equilibrio precario entre el reconocimiento y la resistencia hacia sus ideas. Además de su labor académica, participa activamente en asuntos públicos, abarcando tanto su comunidad como la región circundante.

    Reservada exclusivamente para unos pocos elegidos, esta institución se constituye como un santuario consagrado a eruditos comprometidos con la búsqueda incesante de la verdad, basando sus principios en los pilares de la filosofía, las matemáticas y la ética, sumergirse en el estudio y la comprensión de la naturaleza, para lograr un proceso de purificación, romper el ciclo. Los devotos de esta causa estaban obligados a seguir rigurosas normas; directrices, prohibiciones, prácticas de ayuno y desapego, configuran una comunidad integral en su seno. Sin embargo, tras una conspiración el sueño llegó a su abrupto y desolador final. Retirándose el soñador a un apartado lugar, donde finalmente murió. Desde su escuela emergen interpretaciones fundamentales en las disciplinas como matemáticas, geometría y aritmética, desencriptadores del lenguaje secreto que influye poderosamente en los grandes pensadores que le suceden. La pertenencia a esta escuela hermética representa un honor, sellado con por solemne juramento de guardar silencio.

    En las sombras de la incertidumbre se desvanece la travesía de este individuo singular. La ausencia de evidencia clara acerca de la magnitud y naturaleza de sus conocimientos, así como del camino que le condujo a sus conclusiones filosóficas definitivas, arroja un manto de misterio sobre su existencia. Sus discípulos optaron por el silencio, como fieles custodios del saber y contribuyendo así a la preservación del legado, incluso a riesgo de sus propias vidas. Preferirían sucumbir antes que quebrantar el juramento de silencio. Aunque se cuestiona la autenticidad de sus logros, la distinción entre historia, anécdota y mito se desdibuja en su crónica. Aquí, la interpretación personal se convierte en un acto de responsabilidad y cautela, ya que desentrañar la verdad se convierte en un discernimiento individual, un reto que requiere sabiduría.

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