Una cruz en tu camino


    «Había una vez un joven estudiante. Como cualquier joven de su edad, se debatía entre los sueños y las realidades cotidianas: familia, amigos, estudios, deportes, viajes y otras experiencias propias de la juventud. Vivía una vida cómoda y aparentemente predecible, rodeado de personas a quienes amaba profundamente.

    Mas, una historia corría paralela en la vida de esta familia. Aunque lejana en términos geográficos, tenía un profundo impacto en sus corazones. Era la historia de la misión de la tía, una monja que servía en un remoto país africano. Esta historia marcaba al joven de manera gradual y en silencio, como una gota que cae sin prisa, pero que finalmente cala en la piedra.

    Desde que tuvo uso de razón, su casa fue como un centro donde se coordinaban donaciones y se organizaban envíos de diversos suministros para apoyar la labor de su tía: ropas, telas, medicamentos, alimentos no perecederos, utensilios y mucho más. Sin embargo, un día todo cambió de manera drástica. Un conflicto armado devastador estalló en el país donde ella servía, lo que afecto de sobremanera a toda la familia. Fue en ese momento que algo hizo clic en lo más profundo de su corazón, y el joven sintió un deseo abrumador, como si su vida hubiera adoptado un nuevo propósito más allá de su cómodo entorno.

    Guiado por la emoción más que por la razón, dio un paso, dejando atrás todo lo conocido para buscar un significado. Su camino lo llevó a otro país, en otro continente, en otro hemisferio, a un lugar inhóspito de asombrosa belleza. Al llegar a este destino no elegido por él, se encontró inmerso en un mundo completamente desconocido que lo dejó maravillado. La cultura, el idioma y las condiciones de vida eran muy diferentes a lo que había experimentado.

    A pesar de que aún le aguardaba un largo viaje a través de largas carreteras, caminos de tierra y barrizales que podrían a prueba su determinación; recorrió vastas llanuras con flora y fauna exuberante, descubriendo paisajes impresionantes, teniendo toda clase de experiencias. Lo hizo en compañía de un grupo de jóvenes desconocidos que compartían las mismas emociones y que les uniría para siempre. Llegaron, una fría noche, a una pequeña escuela en un rincón remoto de la selva. Allí, se encontró con chicos y chicas que vivían en lo que él creía que era pobreza.

    Inicialmente, el joven llegó con el pensamiento de ser un agente de cambio, con la esperanza de marcar la diferencia en la vida de estos jóvenes, pero pronto se dio cuenta de que su enfoque estaba desequilibrado. En lugar de ser el mentor que pensaba que sería, se convirtió en un estudiante de la vida. Los jóvenes a quienes creía habían venido a ayudar compartieron con él sus historias de infancia, de vidas duras, y sus anhelos. A pesar de las dificultades, estos jóvenes irradiaban un sentido de comunidad y alegría que superaba todas sus expectativas.

    Con el tiempo, el joven se dio cuenta de que su vida había cambiado para mejor, se convirtió en amigo. Juntos trabajaron, aprendieron, compartieron historias, experiencias, risas y sueños. Se sumergió en su cultura y aprendió a encontrar alegría en las pequeñas cosas, en lo sencillo, valorando la belleza de la vida incluso en medio de la adversidad.

    Finalmente, comprendió que, a pesar de su noble intención de cambiar el mundo, había llegado a un lugar donde el mundo lo estaba transformando a él, en realidad, lo estaba salvando. Las lecciones que aprendió de estos jóvenes y las experiencias vividas iban más allá de lo que uno esperaría; lecciones valiosas sobre el amor, la perseverancia y la importancia de seguir adelante, por muy oscuro que estuviera el camino.
 Tenonderã.

    Lecciones que lo sumergieron en la verdadera esencia de la vida, en su particular búsqueda de un significado. Ayudar no siempre implica dar; a veces, significa recibir, y que la verdadera ayuda surge de compartir, de la amistad, de la solidaridad, de la gratitud y, sobre todo, de la alegría y el amor que residen en todos los corazones. Fue así como en ese rincón remoto de aquel inhóspito país, este joven encontró un profundo sentido de vida.»

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