Schoenstatt en Paraguay


    «Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre, y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: "¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!". Luego dijo al discípulo: "¡Ahí tienes a tu madre!" Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa» (San Juan 9,25-27)

    Jesús vino al mundo por medio de ella y ahora como Madre Nuestra, nos cuida, nos ampara y nos guía en el camino al Padre. Desde entonces, María, Madre Celestial, se hace presente de muchas formas y en diferentes lugares, dando origen a las advocaciones y otorgándole éstas, diversos títulos según el lugar de devoción.

    A principios del siglo pasado, mientras Europa convulsionaba con el inicio de la Primera Guerra Mundial, en la pequeña ciudad de Vallendar, al sur de Colonia, en aquel entonces parte del Imperio Alemán, estaban reunidos en la capillita en el jardín del Seminario, el director junto a algunos pupilos; y fue en ese momento, tras un llamado interior, que decidieron consagrarse a la Virgen María y sellar una ‘Alianza de Amor’. A través de esta alianza, pidieron a la Virgen que se estableciera en ese hermoso lugar y lo transformara en su Santuario. Así, nació entonces un 18 de octubre de 1914, el Movimiento Apostólico de Schoenstatt, en el hoy conocido como Santuario Original de Schoenstatt.

    Su fundador, el Padre José Kentenich, tuvo una vida difícil desde su infancia. A los 8 años, fue internado en un orfanato, su madre no tuvo otra opción ante la imposibilidad de mantenerlo, hecho que lo marcó profundamente. Fue entonces, durante este periodo que el carisma mariano, que imprimiría en su vida cristiana, se hizo presente. Al ordenarse sacerdote, el Padre Kentenich compartió, transmitiendo a otros toda su fe y devoción a la Virgen a través de su pastoral y su actividad pedagógica, con la que pudo transmitir a otros, toda su fe y devoción a la Virgen.

    La devoción a Schoenstatt se dio de manera acelerada, y paradójicamente la reclusión del Padre Kentenich en el campo de concentración de Dachau, durante la Segunda Guerra Mundial, debido a diferencias ideológicas con el Régimen Nazi, lejos de debilitar su fe, contribuyó a acrecentar no sólo su entrega a Dios y a la Virgen María Tres Veces Admirable, sino también, fue el centro de su apostolado, confirmando su misión para la Iglesia. Así su obra creció en profundidad y fidelidad. Tras ganar la libertad, se abocó a difundir la devoción y convirtió el movimiento Schoenstattiano en una organización internacional para su expansión. Actualmente, la Virgen de Schoenstatt, también conocida como la “Mater” tiene más de 200 santuarios en todo el mundo.

    En Paraguay, el Movimiento se asienta en 1959, y el 18 de octubre de 1981, 67 años después de su fundación original, se concreta la solemne bendición del Santuario de Tupãrenda en Ypacaraí, reconocido como lugar de peregrinación de los fieles devotos.

    En el centro de la espiritualidad del Movimiento de Schoenstatt, está el fortalecimiento de la vida familiar, el compromiso con el servicio y la transmisión del espíritu social con honestidad y solidaridad, con el objetivo de lograr la renovación religiosa-moral del hombre y la sociedad. La Misión nacional del Santuario Tupãrenda y de la familia de Schoenstatt en Paraguay es: “Nación de Dios, Corazón de América”.

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