«¿Qué clase de cura es usted?»


    “El Paraguay es la tierra suspirada por muchos corazones salesianos y es el sitio en que, sin duda, se abrirá el campo más vasto al celo y laboriosidad de la Congregación”. Estas emotivas palabras fueron escritas en 1894 por Monseñor Lasagna y dirigidas a Don Miguel Rúa, Rector Mayor de los Salesianos. A partir de ese momento, los anhelos apostólicos de San Juan Bosco comenzaron a germinar en el país, no exentos de grandes sacrificios.

    El fundamento de la vida de Don Bosco fue la caridad pastoral, particularmente hacia los jóvenes. Como síntesis de su espiritualidad y su profundo amor a Dios y la Santísima Virgen María, a quien siempre se confió, “Ella lo ha hecho todo”, mantuvo un lema de vida inquebrantable “Dame almas, llévate todo lo demás”.

    Fue precursor de una espiritualidad centrada no sólo en la teoría, sino en la práctica y la acción. Promoviendo la caridad pedagógica y el desarrollo humano, enfocando esencialmente su atención en los jóvenes para revelar sus potencialidades. Con paciencia y perseverancia, los convirtió en personas activas, responsables, solidarias; en personas abiertas a los valores de la vida y de la fe.

    Como gran visionario e inspirador, Don Bosco participó activamente en la construcción de una sociedad más justa. Sin embargo y sin duda alguna, uno de sus mayores logros fue la creación y desarrollo de un sistema pedagógico preventivo, extraordinario para la formación de niños y jóvenes, cimentado sobre la razón, la religión y la “amorevolezza”, un amor que acompaña, escucha y respeta.

    Este domingo se cumplen 127 años desde la llegada de aquellos primeros cuatro misioneros a tierras paraguayas, el espíritu salesiano se mantiene más presente que nunca. No importa donde miremos, siempre encontraremos un ejemplo, una obra, una acción, un emprendimiento, una organización o una institución salesiana, cuya influencia impacta directa o indirectamente en muchos de nosotros. Con un mensaje sutilmente contundente en defensa de la vida y la familia, que nos invita a dar sentido no sólo a la historia salesiana en el país, sino también, y, sobre todo, a nuestra propia historia, la de cada uno de nosotros, siendo agradecidos, apasionados y esperanzados con la vida.

    Una esperanza que no permite que nos quedemos quietos, una esperanza que no acepta el conformismo y capaz de desbordar el estancamiento, una esperanza con la fuerza de la fe para ser protagonistas de nuestra propia historia. Estamos llamados a ser buenos cristianos y ciudadanos honrados para inspirar y seguir construyendo, lo que muchos otros antes comenzaron con tesón y convicción.

    Por cierto, cabe mencionar que, en medio de este camino de logros y casi, como un reconocimiento a este largo trayecto de misión salesiana, el Papa Francisco, durante el ángelus del pasado domingo 9 de julio, anunció una noticia muy significativa: la convocatoria de un Consistorio que se llevará a cabo el próximo 30 de septiembre, en el cual de crearán nuevos cardenales para fortalecer el Colegio Cardenalicio. Entre los nombramientos, que recibirán tan alta dignidad se encuentra el Rector Mayor de los Salesianos, Padre Ángel Fernández Artime, Décimo Sucesor de San Juan Bosco y que ya estuvo de visita por nuestro país en el marco por las celebraciones del bicentenario de Don Bosco.

    Este nombramiento es de especial relevancia, dado que el Padre Ángel Fernández tendrá el privilegio de convertirse en uno de los diez miembros salesianos del Colegio Cardenalicio, cuatro de los cuales ostentan la cualidad de ser electores y por lo tanto, cuentan con derecho a emitir voto en futuros cónclaves. Una designación que llena de emoción y orgullo a toda la Congregación Salesiana, así como a quienes reconocen y aprecian la invaluable labor de los salesianos en todo el mundo.

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