Dar vida


    Uno de los regalos más preciados que poseemos es, indudablemente, la salud. Nuestro cuerpo, esa maravillosa maquinaria biológica, está meticulosamente calibrada para brindarnos el sustento necesario en nuestro día a día. Cada órgano, con su estructura precisa, desempeña y cumple una función crucial para mantenernos con vida. Sin embargo, cuando uno de ellos falla o se deteriora, surgen las complicaciones que afectan a nuestro organismo y alguna de estas inclusive llevan a la muerte. En ocasiones ella llega de forma repentina y desgarradora, pese a disfrutar de una aparente buena salud.

    Por lo general, solemos pensar que el último latido del corazón marca el adiós a la vida. Y en términos técnicos, así es. No obstante, ese fin puede significar el comienzo de una nueva vida para otros, un renacer cargado de esperanzas. No podemos permanecer indiferentes ante la realidad de cientos de personas que se enfrentan a la prueba más difícil de su existencia, clamando por un ajuste, un reemplazo, un trasplante. Riñones, corazón, hígado, córneas, músculos, tejidos y otros órganos que anhelan seguir brindando sustento, seguir cumpliendo con su función, mantener la vida.

    Aunque resulta difícil asimilar los designios divinos, creo que debemos percibirlos como una oportunidad para brindar vida, es un acto sublime de empatía, altruismo y bondad entre los seres humanos. Un donante puede llegar a salvar entre 8 y 10 personas, individuos que anhelan intensamente la posibilidad de recibir un trasplante. No deberíamos permitir que, teniendo la posibilidad, desperdiciemos esta oportunidad única, ya sea por desconocimiento, desconfianza o, lo que es aún peor, por aferrarnos a mitos y tabúes que nos atan a la arcaica idea de que los trasplantes vulneran el orden natural o la integridad del cuerpo humano.

    Es comprensible que los trasplantes de órganos planteen innumerables interrogantes acerca del profundo significado trascendental de la muerte y la esencial construcción de nuestra identidad, aunque estos también nos brindan valiosas revelaciones acerca de nosotros mismos, desvelando los valores culturales que atribuimos al cuerpo y, al mismo tiempo, abriendo nuevos horizontes de reflexión que nos permiten comprender los límites que moldean nuestros vínculos sociales.

    Estos cuestionamientos desafían múltiples suposiciones. Lo que es irrefutable es que la donación y el trasplante de órganos revolucionaron la medicina, salvando vidas. En Paraguay, nos encontramos lamentablemente muy rezagados en cuanto a la tasa de donantes, en comparación con otros países que han superado estas barreras culturales y han abrazado el sentido más amplio de humanidad. Esto resulta paradójico, por poner un ejemplo, ya que tenemos uno de los índices más altos de accidentes de tránsito con consecuencias fatales, amén de lo doloroso del hecho, si tan sólo nos detuviéramos, como sociedad, a reflexionar y asimilar que las víctimas cuyas vidas se desvanecen tan abruptamente, podrían continuar viviendo, trascendiendo en otros seres de una manera distinta y convirtiéndose así en verdaderos héroes, sería algo increíble.

    Es importante promover la conciencia de donación de órganos y trasplantes. Informarnos, educarnos y superar los miedos y prejuicios que rodean este tema. Al hacerlo, podremos dar paso a una cultura solidaria y compasiva, en la que el don de vida sea una práctica común y esperanzadora. Asimismo, es necesario mejorar los mecanismos y la infraestructura en el sistema de salud para facilitar los procesos de control, donación y trasplante. Se requiere una mayor inversión en investigación, capacitación de profesionales y concientización pública para aumentar la disponibilidad de órganos y ofrecer una atención integral a los receptores.

    La conciencia de donación de órganos para trasplantes no sólo salva vidas, también nos invita a meditar sobre el valor de nuestra existencia y la oportunidad de trascender a través de un acto de generosidad. Al tomar la decisión de donar nuestros órganos, estamos otorgando una segunda oportunidad a quienes lo necesitan, brindándoles la posibilidad de continuar sus vidas, alcanzar sus sueños y compartir momentos preciosos con sus seres queridos.

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