Ética periodística


    Desde el principio, se nos ha dado la franca potestad de poder elegir y actuar libremente según nuestras consideraciones, indistintamente de si las decisiones son las correctas. Eso sí, debemos asumir las consecuencias.

    Y esto, tiene sus implicancias religiosas, morales y sobre todo éticas. Pues la persona que obra según el libre albedrío, es responsable de todas sus acciones, tanto si son buenas como malas.

    La vida, que no se detiene, nos pone a prueba, se esmera en presentarnos un sinfín de situaciones y conflictos que debemos afrontar, no solo en la propia relación con uno mismo, sino también en la relación de uno con el resto de la sociedad. Enfrentamos, por tanto, cientos de juicios y dilemas relacionados a la libre elección y la moral, donde cada persona debe anteponer sus valores éticos y morales para decidir qué hacer ¿Son, tanto la ética, como la moral el bálsamo para una sociedad a veces desorientada?

    Esto depende mucho de a quien se le pregunte, ya que apelamos a ellos como el santo remedio para todos los males de nuestra realidad, aunque me parece que no llegamos a comprender sus trascendentes significados y relevancias. En mi opinión, sin entrar en juicios de valor, debemos diferenciarlas, ya que se pueden convertir en una paradoja con muchos matices.

    Mientras la moral se puede basar en el cumplimiento de las normas surgidas de la costumbre de una sociedad, la ética, como forma de conciencia social, protege y regula los principios que guían ese comportamiento moral. Básicamente es: hacer lo correcto, aunque eso desafíe la tradición, el pensamiento, la política y las costumbres de la sociedad.

    El ser humano no es una isla, forma parte de un conjunto, por tanto, considero que para vivir en este conjunto armoniosamente, es necesario acatar principios y valores, que forman la moral y la ética, estas, como parte fundamental para la construcción de una sociedad más sólida, justa y libre; y actuar en consonancia, con respeto, justicia, responsabilidad, compromiso, honestidad y ante todo libertad, para protegerlos.

    La historia contemporánea de Paraguay no se entendería sin el empeño y dedicación, tanto de los periodistas profesionales, como de los comunicadores empíricos. Hoy más que nunca, todos los que se dedican a este noble oficio, como agentes socializadores, tienen el deber de ejercerlo con ética, con valentía, ir más allá de los límites, comprometidos con la información de calidad; objetiva, contextualizada y contrastada. Una responsabilidad con la verdad y la libertad.

    Los periodistas y comunicadores en general, son los principales responsables de servir a los intereses y necesidades de la ciudadanía. La actualidad, necesita de profesionales de la comunicación que anuncien y denuncien.

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