Marionetas intelectuales

Marionetas intelectuales

    En cada comienzo de curso, después del plagueo correspondiente por los precios, tenemos la “mala costumbre” de dedicar un tiempo para sentarnos tranquilamente a revisar y leer los libros y cuadernos que el Ministerio de Educación y Ciencia delinea como parte integral de su currículo escolar. Y, año tras año, no falla, este hábito nos sigue revelando una realidad decepcionante. Aunque suene a conformismo, la verdad es que salimos menos decepcionados cuando ya no esperamos lo mejor. Cada nuevo material resulta ser peor que el anterior, vamos por el buen camino, con paso firme hacia la estupidización.

    Como dato contundente, un informe señala que la mayoría de los escolares en Paraguay, están por debajo de los niveles esperados en comprensión lectora. Las cifras son sombrías: 7 de cada 10 estudiantes no logran comprender lo que leen, indicio claro de la crisis educativa que seguimos enfrentando.

    Puede parecer, que todas esas conocidas editoriales que proveen contenidos educativos y están comprometidas con la excelencia académica, satisfacen los requisitos y expectativas del Ministerio y abastecen a las instituciones con la promesa de nutrir las mentes en desarrollo de los educandos. Sin embargo, en mi opinión, este término ha sido tan maltratado por el marketing que ha relegado la excelencia a una mera quimera, distante de la realidad. En el mundo de los negocios, el primer mandamiento es claro: el dinero manda, impulsa el mercado.

    Desde mi perspectiva, la educación básica, ya sea pública, concertada o privada, debería, como mínimo, impulsar la formación y socialización en un entorno que estimule la curiosidad por el conocimiento y fomente el deseo de saber más. Abarcando aspectos determinantes, como el diseño arquitectónico de las instituciones, un cuerpo docente competente y motivado orientado hacia un aprendizaje activo. También implica un plan curricular pertinente y alentador que promueva la creatividad, la colaboración, la inclusión y la diversidad.

    Sin embargo, ¿qué ocurre cuando esta educación, en lugar de ser un medio de formación, se convierte en un instrumento para la estupidización a gran escala? Es una paradoja, lo sé, por decirlo de otra manera, ¿realmente estamos cultivando mentes críticas o simplemente estamos criando una generación de marionetas programadas? Esta problemática transciende las aulas; la información es un arma de doble filo y la manipulación se transfigura en conocimiento.

    Del mismo modo que la esencia cimental de una buena película recae ineludiblemente en su guion, pues no existen buenas películas con un mal guion, salvo honrosas excepciones, más allá de cualquier comparación cinematográfica, el diseño visual y la legibilidad ciertamente facilitan la absorción del contenido, la calidad de los materiales debe regirse por una serie de cánones éticos, tales como la investigación meticulosa, verificación precisa y exactitud respaldada por fuentes confiables. La coherencia lógica y cronológica, particularmente en eventos históricos, junto con una redacción clara, comprensible y cohesionada, son imperativos. La estructura de los libros, sometida a una revisión exhaustiva por expertos en la materia, garantiza la precisión y la adecuada interpretación de los sucesos, proporcionando el contexto necesario para la comprensión del lector. ¿Cumple el autor con los requisitos éticos necesarios para tan monumental tarea?

    La perspectiva imparcial, la joya de la corona, es donde las cosas se tuercen un poco. El sesgo en la elección del contenido educativo genera dudas sobre la calidad de la información transmitida, porque, mantener una perspectiva imparcial y objetiva al presentar datos es la máxima responsabilidad para evitar parcialismos y opiniones personales que, de hecho, distorsionan la interpretación de la historia en cuestión.

    Otro aspecto que deja bastante que desear es la falta de consistencia en el estilo de escritura, y, mayormente, la omisión de las convenciones gramaticales y ortográficas. Si ya desde la primera página, después de la portada, aparecen errores ortográficos, eso dice más de lo que uno quisiera. Es importante tener en cuenta a quién va dirigido el material y ajustar tanto el tono como el nivel de detalle en consecuencia. Esto no implica simplificar el lenguaje para un público más joven; al contrario, nunca subestimemos a los niños, ya que su inteligencia y percepción superan las expectativas de lo que muchos piensan. Creo que la educación debe enfocarse desde la perspectiva del que aprende, no del que enseña.

    La obsesión por los exámenes estandarizados y la memorización mecánica ha eclipsado la verdadera esencia del aprendizaje. Nos conformamos con la mera retención de contenidos, sin evaluar la calidad ni el rigor de los mismos. En lugar de fomentar el pensamiento crítico, muchos sistemas educativos prefieren convertir a los estudiantes en simples máquinas repetidoras de información. Un enfoque estandarizado engendra individuos capaces de recitar datos, pero que tropiezan cuando se trata de aplicar conocimientos en situaciones del mundo real.

    La intromisión de "nuevas" políticas en el sistema educativo dejan una impronta clara en la formulación de contenidos y su consiguiente impacto en el currículum, socavando la calidad de la educación y menoscabando el desarrollo del pensamiento crítico, propiciando la manipulación del conocimiento. En este punto, no voy a comentar sobre el ingreso de las nuevas tecnologías en las aulas y las preocupaciones que suscitan al respecto de la manipulación, ya que es un tema aparte. En lugar de centrarse en lo auténtico y en los contenidos esenciales para el desarrollo de los estudiantes, estas políticas, por intermediación de ciertos tipos de maestros, promueven un pensamiento más conformista y una perspectiva distorsionada, generando mediocridad.

    La educación como un verdadero motor, debería ser un desencadenante para explorar perspectivas diversas y divergentes, con el ánimo de despertar la curiosidad, incitar la formulación de preguntas y avivar el espíritu explorador, ese mismo espíritu que nos llevó a desafiar límites impensables, cruzar desiertos y selvas, navegar mares y océanos con la única guía de las estrellas, descender a profundidades desconocidas y surcar los aires hasta alcanzar la luna.

    Es imprescindible invertir tiempo en supervisar detenidamente los contenidos educativos que reciben nuestros hijos, debatiendo tanto el qué como el cómo. Hacerlo requiere una mentalidad crítica que considere diversas perspectivas sobre educación y políticas públicas. Además, resulta primordial complementar la educación formal de manera efectiva en el hogar, trascendiendo la afectividad para encarar la gestión de sentimientos y emociones.

    Todo momento es propicio para redescubrir el propósito esencial de la educación. Como padres, recae sobre nosotros la responsabilidad de construir un sistema educativo que verdaderamente contribuya al desarrollo de la sociedad, fomente el pensamiento crítico y promueva la libertad intelectual.

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