Cultura, innovación y progreso


    Con más de cuatro mil años de existencia, el judaísmo no solo es una religión, sino un modo de vida arraigado en una identidad espiritual. Esta tradición cultural e histórica posee una riqueza inconmensurable y ha sido moldeada a través de sacrificios y una posición única en el mundo.

    El Estado de Israel, una sociedad moderna con raíces antiguas, destaca por su diversidad étnica, religiosa y cultural. Además de la población judía, su territorio alberga árabes musulmanes, cristianos, drusos, circasianos, samaritanos y muchos otros grupos. La ciudad vieja de Jerusalén, capital de la nación, es considerada sagrada tanto para el judaísmo como para el cristianismo, y también ocupa un lugar destacado en el islam. El hogar del pueblo judío florece en esta pluralidad y se desarrolla en un marco de convivencia democrática, donde todos los habitantes gozan de derechos civiles y libertades, sin importar su sexo, raza o religión.

    Desde su renacimiento el 14 de mayo de 1948, después de siglos de diáspora y persecución, el Estado de Israel ha logrado consolidarse como una nación independiente y moderna, a pesar de la segmentación social y los conflictos políticos y territoriales. Su éxito se atribuye al compromiso social, la fe religiosa y la ideología política que han fomentado el crecimiento económico, el desarrollo tecnológico, el avance científico y la creatividad cultural.

    Estos logros no han sido fáciles de alcanzar. Detrás de ellos se encuentra un potencial humano increíble, una adaptabilidad excepcional para enfrentar desafíos y un enfoque valiente en el emprendimiento, la perseverancia y un modelo educativo innovador. Estos factores han convertido a Israel en un referente en innumerables áreas. El pueblo judío ha aprendido a no rendirse nunca y a mantener la esperanza en tiempos difíciles. Su filosofía se basa en el nacimiento y la búsqueda constante de la excelencia en todos los ámbitos de la vida.

    Este fenómeno evolutivo es su sello distintivo, posiblemente único en el escenario internacional. La sociedad israelí ha convertido la necesidad, resultado de sus circunstancias históricas, en una fuente de inspiración para la innovación. Ha desarrollado un pensamiento global con un enfoque colectivo que se aplica eficazmente en sus relaciones sociopolíticas.

    Debido a los avatares de su historia, los judíos han aprendido a vivir en diferentes países, colaborando con ellos sin perder su identidad, preservando su cultura y tradiciones. Han crecido ante la adversidad y siempre han tenido la visión de contribuir a hacer del mundo un lugar mejor.

    El expresidente de Israel, Shimon Peres, afirmó que la única forma de que las naciones superen la pobreza y se conviertan en economías desarrolladas es mediante la inversión en ciencia y tecnología, en colaboración con entidades públicas y privadas, sin estar atados a un sistema económico o gubernamental específico.

    Imaginemos un mundo en el que las naciones colaboren de forma constante para superar la pobreza, un mundo en el que reine la armonía. Aunque sea difícil, no es imposible. Es momento de trabajar juntos para convertir este mundo en un lugar mejor, donde la paz sea una realidad para todos.

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