Arte y Vida


    "Ladran Sancho, señal que cabalgamos", "Sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos", o aquellos versos de canciones como "Manuelita, vivía en Pehuajó…" y "Cucú, cucú, cantaba la rana…". - ¿Recuerdan? Se entrelazaron en nuestra infancia y se enraizaron en nuestros recuerdos, formando parte íntima de nuestro ser. Aunque hayamos crecido, sus significados se han enriquecido, tejiendo un vínculo más profundo y romántico, distinto al que conocimos en nuestra niñez. A medida que maduramos, las enseñanzas que extrajimos de aquellos primeros libros toman forma como una aplicación práctica que nos guía en nuestra vida diaria. 

    Desde las dulces canciones que les cantamos a nuestros bebés, hasta las historias, cuentos o poemas que compartimos, el arte, en este caso el literario, tiene una relevancia inmensa en el desarrollo mental de los niños y, ni qué decir, de la profunda conexión emocional que nace. En la mirada de sus ojitos brillantes, y en las sonrisas que nos dedican con ternura, mientras escuchan versos rimados que capturan su atención, o los fantásticos cuentos de hadas y piratas, vemos reflejada la magia de espacios e instantes, donde la literatura cobra su hermoso sentido. Sus corazones vibran en comunión con las melodías de nanas que los arrullan reconfortantes. Les queda un tesoro eterno en lo más profundo de sus almas, y por supuesto, parte de ese tesoro también se siembra en las nuestras. 

    A veces nos acercamos al arte, por instinto o por herencia, por costumbre arraigada, o porque la moda así lo recomienda, tanto hoy como antes o, tal vez porque hemos escuchado que algún renombrado psicólogo lo recomienda por sus bondades y encantos. Más allá de las razones que nos impulsan a vincularnos con los pequeños a través del arte, a crear esos lazos únicos e inolvidables con nuestros hijos, todos debemos saber que el arte no es sólo un pasatiempo, el arte es mucho más que eso, en el arte encontramos la unión más sagrada, en lo esencial, el arte es un corazón que late. El arte nos conecta en cada paso, no imaginamos el valor que damos a los pequeños, al impregnar sus almas con creación. Con esos latidos les brindamos herramientas que estimulan la comunicación, la habilidad, el pensamiento y la emoción. Les entregamos un lienzo para el alma, les mostramos caminos de aventuras y sueños, en cada letra, en cada palabra, en cada historia, les guiamos hacia su formación, les guiamos hacia la naturaleza misma de su propia expresión. 

    Educar a través del arte va más allá de la diversión, es un pilar sustancial para nutrir el corazón, despertando la imaginación, avivando la emoción, y fortaleciendo la inteligencia con devoción. El arte es el reflejo de la vida misma, es el latido que nos une y nos anima, nos permite expresar con libertad lo que llevamos dentro, y a los niños les enseña a ser auténticos y tiernos, más por encima de todo, a estos, los más pequeños les enseña a cultivar con amor, la pasión. El arte es el alma que prendemos ¡El arte, es vida! ni más ni menos. 

    En la actualidad, inmersos en un mundo que nos instruye en sumas, cálculos, mediciones y cuantificaciones, se prioriza el pensamiento lógico, frío y racional. No obstante, ante el progresivo avance tecnológico y el apego de los niños a los dispositivos electrónicos, se vislumbra el peligro de descuidar el cultivo de habilidades que despierten la sensibilidad y la empatía, así como la generación de soluciones tanto divergentes como creativas, tan necesarias e imprescindibles en las relaciones humanas. 

    Es aquí donde el arte despliega sus alas en cualquiera de sus disciplinas, ya sea, música, poesía, danza, pintura, escultura, cine, teatro, o en las muchas otras, el arte se erige en una poderosa fuerza lúdico-educativa que despierta emociones y aviva el espíritu, incentivando habilidades transversales que encienden la chispa del conocimiento en todas las áreas. Es el complemento perfecto para que padres y educadores podamos explorar en los niños no sólo sus talentos, sensibilidades y expresiones creativas, sino también desarrollar competencias esenciales que les permitan desenvolverse con seguridad y autoestima en una sociedad en constante interacción y donde la rigidez tecnológica se expande sin cesar. 

    El arte, néctar del alma, expande nuestras conciencias, nuestro ser, tejiendo paz, armonía y esperanza. Que no se desvanezca en las garras del consumismo en esta sociedad materialista. Sigamos leyendo con pasión, cantando con el corazón, danzando en cada compás y dejando estelas profundas para que nuestros pequeños sigan el camino de la libertad.

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