Amor al prójimo


    Basta con salir a la calle para ver la cruda realidad que nos da ejemplos de necesidad, vicios, enfermedades, dolor, marginalidad y lo que es peor, de abandono. En general estamos creando una visión desalentadora de la sociedad, máxime en este contexto donde la pandemia ha azotado con fuerza a todas las economías y ha creado más asimetrías y desigualdades.

    Más allá del aspecto material, el egoísmo ha crecido en proporciones tan peligrosas, que el ser humano está perdiendo la capacidad de empatizar y agradecer, de dimensionar el sentido e impacto profundo que tienen las acciones: dar y recibir, en aquellos cuya vulnerabilidad merece ser atendida.

    Las virtudes revelan lo más puro de nuestra humanidad, y nos permiten dejar de lado el individualismo y la indiferencia, expandir el corazón cuando más ganas tenemos de contenerlo, y responder con acciones concretas que ayuden al prójimo a vivir con mayor dignidad.

    Amar al prójimo no resulta fácil, requiere de empatía, solidaridad y compromiso, valores que no se limitan a las meras palabras y rompen con la utopía, materializándose en la práctica, con una intensa vocación de servicio. Es la misión de hacer visible el amor, amor para dar amor.

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