La comunidad, esa célula vital y parte integral de nuestros barrios, calles, plazas, grupo de casas, condominios, edificios de apartamentos y demás conjuntos y vecindades, fascinantes microcosmos con identidad y personalidad, donde se entrelazan las relaciones sociales y los vínculos humanos. Estos organismos se erigen en la unidad básica y piedra angular para una convivencia armoniosa, estrechamente conectadas y dependientes unas de otras dentro de un organismo más grande, la ciudad. Aquí, en estas pequeñas entidades, es donde nace el profundo sentido de pertenencia y conexión entre personas, aquí es donde se forjan los acuerdos que sustentan una convivencia enriquecedora y se establecen los compromisos comunitarios. Una comunidad, en teoría, son personas que comparten no sólo ubicación, sino también intereses, valores, sueños, objetivos, afinidades organizativas, y una variada diversidad cultural, religiosa y cualquier otro tipo de relación, esto en esencia ¿verdad? No obst