Sueño de libertad
¿Podemos imaginar un Paraguay sin cárceles? ¿Es Difícil? Bueno, pues hay países que están lográndolo. Se dice que para comprender verdaderamente cómo es una sociedad, además de explorar su historia, cultura y educación, debemos conocer sus cárceles. ¿Podríamos afirmar entonces que nuestras cárceles son un reflejo de lo que somos como sociedad?
Justicia, castigo, reclusión, aislamiento, venganza. ¿Son estos los verdaderos objetivos de una penitenciaría? La realidad nos muestra estructuras y diseños obsoletos, hacinamiento, falta de atención médica, ignorancia, todo esto sumado a la inseguridad, la violencia, la escasez de recursos y la corrupción. Esto atenta indefectiblemente contra los derechos humanos. Los conflictos derivados de estas circunstancias afectan tanto a los funcionarios de prisiones como a sus responsabilidades.
Podríamos pensar que la solución radica en construir más cárceles, pero si no enfrentamos el problema de raíz con un enfoque integral, un plan maestro para la prevención del delito, no creo que el futuro de estas instituciones sea alentador. Es necesario desarrollar sistemas e implementar acciones que refuercen los principios y valores que hacen que una comunidad sea sólida y unida, creando más oportunidades, fomentando modelos sociales ejemplares, fortaleciendo la conciencia cultural y, sin duda alguna, mejorando la educación y las condiciones de vida de la sociedad en general.
También es cierto que, por más sombrío que parezca todo, siempre hay una luz alimentada por la buena voluntad y el esfuerzo de muchas personas que luchan con empeño incansable, aprovechando las herramientas que ofrece un sistema que, aunque deficiente en este momento, intenta cumplir con su función primordial: rehabilitar y reintegrar.
Muchas personas privadas de libertad abrazan el deseo de vivir y superarse, sin rencores, dejando atrás la frustración, el desaliento y la desesperanza, con la convicción de avanzar sin mirar hacia atrás. Así, rompen la utopía y se proyectan como personas libres y ejemplos de superación.
Podríamos pensar que la solución radica en construir más cárceles, pero si no enfrentamos el problema de raíz con un enfoque integral, un plan maestro para la prevención del delito, no creo que el futuro de estas instituciones sea alentador. Es necesario desarrollar sistemas e implementar acciones que refuercen los principios y valores que hacen que una comunidad sea sólida y unida, creando más oportunidades, fomentando modelos sociales ejemplares, fortaleciendo la conciencia cultural y, sin duda alguna, mejorando la educación y las condiciones de vida de la sociedad en general.
También es cierto que, por más sombrío que parezca todo, siempre hay una luz alimentada por la buena voluntad y el esfuerzo de muchas personas que luchan con empeño incansable, aprovechando las herramientas que ofrece un sistema que, aunque deficiente en este momento, intenta cumplir con su función primordial: rehabilitar y reintegrar.
Muchas personas privadas de libertad abrazan el deseo de vivir y superarse, sin rencores, dejando atrás la frustración, el desaliento y la desesperanza, con la convicción de avanzar sin mirar hacia atrás. Así, rompen la utopía y se proyectan como personas libres y ejemplos de superación.
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