El arma más poderosa


    “La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”, aseveró Nelson Mandela. Y es que, e
sta afirmación cobra relevancia al considerar que un país sin educación es un país sin propósito ni futuro.

    Es es primordial u
na educación de calidad y de acceso universal, adaptándose a un mundo en constante evolución. Esto conlleva la adopción de métodos y conceptos innovadores que aprovechen el potencial de las nuevas tecnologías.

    Para lograrlo, es vital un sistema de educación fortalecido, con docentes de vocación, motivados, apasionados y con alto nivel de capacitación, así como espacios modernos para enseñar y aprender. Donde se apliquen nuevas fórmulas, desarrollando una nueva generación de contenidos, que estimulen y exploten las capacidades y emociones tanto individuales como colectivas de los estudiantes, beneficiando tanto a ellos como a sus comunidades.

    La mayor riqueza de nuestro país es el capital humano, con casi un 60% de población menor de 30 años. Sin embargo, hasta ahora no lo estamos capitalizando debidamente. Paraguay  se encuentra en una posición poco favorable en ranking mundial de educación, y cualquier esfuerzo para romper este paradigma, resulta insuficiente.

    Los niveles óptimos están lejos de cumplirse, la inversión no llega a un mínimo establecido como recomienda la UNESCO, y se registra un alto grado de abandono escolar, con casi el 60% de los estudiantes que no termina la secundaria.

    ¿Fracasa el estudiante o el sistema educativo? A priori, tenemos un sistema anclado en el pasado, en un país arraigado en la corrupción, donde los intereses políticos y la falta de recursos, socavan cualquier esfuerzo.

    Para revertir este escenario, necesitamos una estrategia disruptiva, tarea muy compleja que requiere unir voluntades para  diseñar políticas públicas transformadoras y sostenibles que estén en sintonía y contexto con la realidad de nuestro país.

    Aunque, no es justo atribuir toda la responsabilidad al sistema, porque la base esencial, el núcleo de la educación, de la formación integral, de la maduración personal, radica en la familia.

    Tenemos un gran desafío.

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