«En una acogedora casa, vivían cuatro niños con su anciana y enferma abuela. Un día les visitó la Muerte y se sentó a la mesa, venía por la abuela. Los niños creían que la Muerte sólo trabajaba de noche, así que decidieron rellenar sin pausa su taza de café hasta que llegara el amanecer. La Muerte, con gesto compasivo y muy humano, aceptaba cada taza, restando dramatismo, y transmitiendo apacible, a los niños, la idea de que se trataba de un paso natural. Luego de muchas tazas de café, la Muerte les indicó que había llegado el momento. El más pequeño le suplicó que no se llevara a su abuela y preguntó afligido - ¿Por qué tiene que morir mi abuela? Entonces, la Muerte le contó la historia de dos hermanos llamados Dolor y Tristeza, que nunca levantaban la mirada hacia arriba, donde vivían dos hermanas, Alegría y Esperanza. Ellas, por su parte, sentían que algo les faltaba y no lograban disfrutar plenamente de su felicidad hasta que conocieron a los hermanos y formaron dos parej