La deshonestidad es inherente al ser humano, todos mentimos en mayor o menor medida, desde las mentiras blandas, piadosas u honestas hasta las peores, las patológicas, pasando por las instrumentales, las promesas rotas, los plagios, las exageradas, los chismes o las que nos hacemos a nosotros mismos, que también lo son, la cuestión es: ¿Cuánta deshonestidad…? o, si me permiten entrar en materia ¿Cuánta corrupción somos capaces de aguantar? Por lo general siempre culpamos de todos los males o asociamos la corrupción a las altas esferas del gobierno, a una cadena o rosca de importantes funcionarios oportunistas, o a los grandes empresarios, que, aprovechándose, sin escrúpulos, de su posición, hacen, deshacen y manipulan a su antojo, cualquier circunstancia, para conseguir sus egoístas intereses. No creo que la corrupción sea el problema. Más bien, pienso que el problema radica en la falta de educación y en la mezquindad, de esos políticos, de esos empresarios, de esos